El legendario himalayista, escritor y cineasta Kurt Diemberger (Austria, 1932), presento en el teatro Jovellanos de Gijón, el último de sus libros titulado El séptimo sentido. En esta nota una entrevista con el único alpinista vivo que ha conquistado dos ochomiles vírgenes.
Es un explorador y testigo directo de lo que los montañeros llaman la edad de oro del alpinismo, que ha retratado en formidables libros, el último de ellos titulado El séptimo sentido.
Reúne, en sus tres cuartos de siglo de vida y aventura, una vasta cordillera de conquistas sobre las montañas más altivas del planeta. Abrazó la gloria como integrante de las primeras expediciones que visitaron las cumbres del Broad Peak (8.047 metros) y del Dhaulagiri (8.167 metros), y la muerte lo acecho en el K2 (8.611 metros), donde en 1986 perdió a cinco de sus seis compañeros de expedición.
-Qué es el sétimo sentido?
-No es una cosa fácil de explicar. Es la fuerza de intuición que se manifiesta en la montaña para que te decantes por una o por otra vía o para que decidas el momento de atacar la cumbre. El sétimo sentido es el que te indica qué debes hacer en cada momento o con qué compañero puedes seguir adelante o debes dar la vuelta en una situación concreta. El otro, el sexto sentido, todos lo saben, es una sensación que te guía en la niebla para encontrar la dirección buena, por ejemplo. Y muchas veces el sexto y el sétimo sentido son opuestos, pues mientras uno te dice que sigas hacia arriba el otro te recomienda que vuelvas sobre tus pasos, así que se establece un diálogo. Ante todo esto surge una voz interior que te orienta en uno y otro sentido.
-Qué es más determinante a la hora de enfrentarse a la montaña, la preparación física o la mental?
-La preparación física es necesaria y la preparación mental se supone que la tienes, porque de lo contrario no vas a la montaña. Pero la experiencia también es muy importante, por lo que sería bueno que los jóvenes se enfrentaran a las montañas con alpinistas veteranos, de los que pueden aprender cosas.
-Recuerda cuál fue su primera ascensión a una cumbre?
-Sí, como cuento en mi viejo libro Entre cero y ochomil metros, fue mientras buscaba cristales en los Alpes Austriacos. Era una montaña de 3.000 metros a la que subí después de que un viejo me dijera: Hay cristales verdes allí arriba, a la derecha. Y mientras ascendía me surgió un pensamiento: Los cristales van a seguir ahí mañana, pero yo quiero saber hoy mismo qué se ve desde la cumbre.
-El K2 ha sido la montaña más terrible a la que ha hecho frente?
-Sí, el K2 es la más terrible, pero también la más atractiva, casi hipnótica.
-Y cuál ha sido la expedición más agradable en la que ha participado?
-Hay varias. Una de ellas fue la que realicé con unos montañeros catalanes al Broad Peak por la vertiente china, en 1991. No la hicimos en estilo alpino, porque nos acompañaban tres porteadores, pero formamos un buen equipo. Fue una escalada de un grupo de amigos.
-Está arrepentido de algo que haya hecho o que haya dejado de hacer a lomos de una montaña?
-En el K2 habría sido mejor que no hubiéramos seguido adelante en el día decisivo de aquella expedición de 1986. Pero esto sólo lo podemos saber a posteriori.
-Les faltó el sétimo sentido?
-No, el sétimo sentido nos dijo que siguiéramos, mientras que el sexto sentido se mostró más débil.
-Los verdaderos ochomiles son los que se culminan sin botellas de oxígeno ni porteadores de altura?
-Yo creo que para ser un alpinista sincero y completo los ochomiles se deben hacer sin bombonas de oxígeno, y así ascendimos nosotros al Broad Peak y al Dhaulagiri. No podemos decirles a los demás que no pueden subir las grandes montañas sin oxígeno, pero hay que ser conscientes de que con esa ayuda no se escala realmente un ochomil, aunque se alcance la cumbre, porque es como hacer un seismil. Dicho esto, yo también he usado botellas de oxígeno en expediciones en las que iba como cámara a rodar una película, porque de lo contrario el trabajo se haría demasiado duro.
-Es usted ya un viejo conocido de Asturias.
-Sí, he estado aquí varias veces, no sé exactamente cuántas. Es un país guapísimo, entre la mar y la montaña, con paisajes agrestes. En Asturias se podría rodar una buena película de naturaleza, que se podría titular, precisamente, Entre la mar y los Picos.
-Se le conoce por su labor como montañero, cineasta y escritor. Con cuál de estas facetas se identifica en mayor grado actualmente?
-Con todas ellas juntas. He hecho documentales no sólo sobre la montaña, sino sobre el Tíbet en general o en territorios salvajes. Me gusta la mar, el bosque y el desierto, aunque antes o después la montaña me llama de nuevo y debo regresar a ella.
Fuente: El comercio Digital